Los últimos acontecimientos políticos, y en especial las urgencias electorales, han planteado –o por lo menos agudizado– una disyuntiva ya conocida para los liderazgos políticos. Ella opone la necesidad de promover algunos valores de trascendencia social cuya importancia parece en el último tiempo progresivamente abandonada por gran parte de la ciudadanía, a la conveniencia de apartarlos del debate y reducirlos al ámbito personal para no perjudicar la adhesión popular y facilitar los acuerdos con diversos sectores en torno a asuntos específicos de interés común que no susciten posiciones contrapuestas. Por sus evidentes alcances, este tema, que tiene sin duda alternativas posibles, como muchos otros que va presentando la actualidad noticiosa, merecería un cuidadoso análisis que hasta ahora no se aprecia en la generalidad de los medios informativos.
Es verdad que hoy abundan las columnas de opinión sobre la situación nacional, y sobre todo acerca de la contingencia política y las luchas partidistas, pero ellas suelen estar más preocupadas de las novedades que muestra la rápida evolución de las aspiraciones y propuestas que surgen en la sociedad y de sus probabilidades de éxito o fracaso. Por esa razón, creemos que se justifica el intento de contar aquí con una especie de observatorio de nuestra realidad, que semanalmente revise, a partir de los objetivos y principios fundacionales del Instituto de Estudios Generales, los principales factores que están influyendo en las instituciones y en el pensamiento y las conductas de los chilenos en la vida pública.
En este espacio pueden acogerse distintos puntos de vista, juicios críticos e ideas que ofrezcan nuevas vías de solución a los desafíos cada vez más complejos que enfrenta el país, con la ayuda de especialistas, de experiencias locales o extranjeras y del simple y olvidado sentido común. Lo que importa es la voluntad de comprender mejor la verdad de lo que sucede, incluso en la pequeña historia que suele ignorarse, intercambiar opiniones y contribuir a la defensa del bien común y de los valores que lo sustentan.
Dejamos así abiertas estas páginas y, sin perjuicio de aportar en ellas nuestras propias sugerencias, anticipamos la bienvenida a quienes quieran acompañarnos en esta tarea. H